26 de octubre de 2010

Infancia borrosa I

Un niño no es el que llora
porque tiene que desandar
los pasos que lo llevaron
a su encuentro con otros
sinceros misterios, como él.

Un niño es el que ama
toda ocasión de volar y saltar
hacia la esperanza y la protección
que dan unos gigantes 
con carros de humo y ruido.

Un niño es el que mira 
hacia el cielo y teme
encontrarse alli, trazadas
y metamórficas, a las mariposas.


Un niño empieza
cuando acaba su hora;
se transforma y se deshace
hasta no ser más que lamentos
fugaces, entre el frío y el calor:
al servcio de la voluntad del azar. 
El dios correcto.

2 comentarios:

  1. La infancia se vuelve borrosa cuando los niños,dejan de estar seguros con sus gigantes de humo y ruido, y comienzan a entristecer huyendo de fantasmas silenciosos. Bello poema, oscuro como esa bruma en los recuerdos. Saludos Allan, si puedes y quieres pasa por mi blog,

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  2. Cuando se entierra al niño que somos, se vuelve borroso todo aquello que nos trajo hasta el momento, si consintiéramos que siguiera vivo el cielo lo tendríamos mas cercano...

    abrazzzusss

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