28 de diciembre de 2010

Los sueños, sueños son


Anoche tuve un sueño bastante confuso, absurdo y, sobre todo, divertido. Como todos los sueños, recordarlo es difícil y por cada imagen evocada del sueño del que pretendo hablar, me vienen a la mente escenas de otros, tal vez más antiguos, quizá de la misma noche, o de días atrás; eso es algo que me cuesta llegar a distinguir.
El sueño del que quiero escribir en realidad se puede resumir en pocas palabras (pero como es costumbre en mí, me iré por las ramas sin poder evitarlo): Un atardecer de esos que impactan por la belleza que se otorgan entre sí el horizonte, el sol, las nubes, las montañas y, supongo que en alguna medida, también mi percepción personal del acontecimiento; un atardecer mágico. Estaba yo acompañado por mi hermano menor en la terraza de mi casa (tengo desde ahí unas vistas privilegiadas hacia la sierra madrileña, perfecta para apreciar con detalle esos crepúsculos embriagadores) El sol poniéndose, yo hablando de no sé qué cosas con mi hermano, cuando casi por casualidad nos fijamos que en el cielo se dibujan unas llamaradas surrealistas preciosas. Sé que es un tópico poético decir que el cielo arde en el ocaso o al alba, pero en mi sueño se apreciaba exactamente (literalmente, tal vez) eso: Llamaradas devorando el cielo y las nubes por encima de las montañas. Era una visión emocionante, hechizante, memorable.
Después de eso la imagen que me viene a la mente y de la que no sé si corresponde al mismo sueño o a uno anterior o posterior, es en la que estoy acompañando a un atracador en un robo en una cafetería…
Él amenaza a los clientes con sus escopeta y los desvalija, mientras yo me encargo de la cocina, donde entro y advierto que no dispararé (no distingo bien el arma que llevo, pero puedo empuñarla con una sola mano). En realidad me planteo salir huyendo y olvidarme del asunto (no soy un cabrón de ese tipo ni en mis sueños, al menos por ahora) pero no me decido a hacerlo. Como si de una película se tratara el plano cambia hacia otra secuencia, en el exterior de la cafetería, a una especie de puerta trasera que comunica la cocina con el exterior, donde un tipo está vaciando un cartón de leche en el suelo; el líquido blanco se va esparciendo hasta la calle, el hombre asegura que es la mejor manera de alertar a la policía. En mi sueño dudo un momento de si soy yo ese hombre, luego si debo avisar a mi compañero y también si debería correr.
A partir de allí me vienen imágenes de otros sueños… que quizá después de un porro me apetezca narrar.
No está del todo mal recordar y escribir sueños, aunque sea otro tópico literario Inspiración, originalidad, frescura narrativa… qué conceptos tan ambiguos.

5 comentarios:

  1. Si los sueños que tienes habitualmente son de este tipo deberías narrarlos todos!!! buahh, me retuerzo intentando descifrarlos!!! Se me ocurrió leer al mentiroso de Freud, su libro "el significado de los sueños" y era verdaderamente interesante, interesante pero muy muy largo, tanto que solo leí una pequeña parte; pero es cierto, me encantan los sueños porque son extraños y nuestra mente vaga de una forma maravillosa, imposible en la vigilia!

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  2. Corrección: el libro se titula "La interpretación de los sueños" que es mucho mas apropiado que llamarlo "el significado..." puesto que se a un mismo sueño se le pueden dar diversas interpretaciones, varios significados...

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  3. En la vigilia con la ayuda de la droga adecuada seguro que se puede llegar a ese estado de surrealismo que envuelve los sueños. Deberíamos irnos a hacer turismo chamanico en el Amazonas.. a probar peyote y esas cosas jaja. Me alegra que te haya gustado, subiré algo más un día de estos...saludos

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  4. Jaja, lo del turismo chamánico debe ser mucha caña, o simplemente ponernos ciegos, pero bien!!! eso tb me vale! jajajaj

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  5. A veces creo que los indios americanos tenían razón cuando defendían que el mundo real era el onírico, y el real un sueño. Y malo. Y tal vez sea verdad. En los sueños vivimos con pasión lo mejor y lo peor de nosotros mismos.
    Por cierto, el tamaño de la letra un poco pequeño para mi gusto... ¡O mi vista!
    Un abrazo.

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