31 de marzo de 2011

Un concierto de delirios

Por y para Bach y el tercer concierto de Brandemburgo.


Tragos fantasmas, el sabor armónico de Brandemburgo
Siempre eterno desde las manos de un misterio;
Pero no es una B lo que busca mi sangre.

Esto no lo digo yo
Lo dicen muchas voces
De personas que no conozco:
Son un eco de infancia
Y sabiduría metamórfica
En los labios que nunca besaron
El epicentro de la rabia:
Una boca querida
Perdida en su propio arcano

No soy capaz de decir
Lo que tanto tiempo se ha ocultado

La culpa del delirio
La tiene la misma razón que nos obligó
A fustigarnos con fantasía
-Y un poco de retórica-
En los días de ebriedad perenne
En los días del sacrificio en honor a la esperanza
Recordando vidas superpuestas en la propia memoria

¿Habrá otro espacio al que el tiempo regrese?
Un infinito paralelo, víctima de la fe
Donde caiga un espejismo divino
Y pervierta el devenir, antes del retorno.

28 de marzo de 2011

Duelen las palabras

Duelen las palabras cuando no somos capaces de creer en ellas. ¿Cuánto de lo que dices es cierto, sincero, sentido? ¿Cuánto sólo un compromiso ético, moral, compasivo? ¿Crees que debería callarme y dedicarme sólo a soñar? El sueño es íntimo. El lenguaje es un intento desesperado por salir a flote en toda esta tristeza, sólo un apartarse de la frustración.

27 de marzo de 2011

Bajo el cielo

Bajo el cielo
Mar exacto del tiempo
Atravesando verdes ríos
De nubes y estrellas
Cobijado con la atenta mirada
Del dios que ya no es dios

Avanza el destino
Y nadie lo escucha cantar cuando es pájaro
Y nadie lo escucha rugir si es jaguar

Ni la memoria que fue sangre antes de carne
Puede hoy decir si la luz avanza
Si el silencio vuelve
O si la paz se ahoga en un lago de almas
Que sirve de puerta a un inframundo de desconsuelo

Dios pierde  la virtud
Cuando reniega el origen dualista
De la guerra contra su infierno


El devenir de cada paso
Es una metamorfosis del yo que yace
Cuando los instintos se vuelven
Pensamientos que siembran retornos:
La venganza es inerte
Si la historia aún no empieza

Lo eterno es la vida
La que nadie conoce
La que navega a la deriva


Locura era ella: La nada, un creador
Un reino de jade nos trajo la selva
Un disfraz de jaguar o de quetzal
Traerá a los perdidos el martirio
Del inicio del fuego
Y el crecimiento de las cenizas
Que nadie apagará.

26 de marzo de 2011

Suceso

Nadie sabe por qué lo hizo. Es un tópico decir que no parecía capaz de hacer algo así, que se comportaba como un vecino más y que para nada parecía un tipo peligroso, pero realmente era así. Es más, parecía un buen hombre, un poco reservado, algo tímido pero simpático y amable. Supongo que nunca se puede saber realmente lo que está pasando dentro de la cabeza de una persona. Cualquiera de nosotros podría ser un psicópata cruel y despiadado o un pervertido. Cualquiera de los que estamos aquí, rodeando la zona acordonada por la policía con el morbo como única excusa, podríamos estar simplemente alimentando nuestra perversión para después masturbarnos en nuestro   salón, asfixiándonos o dándonos descargas eléctricas mientras deseamos ese orgasmo anhelado, al que tanto trabajo nos cuesta llegar. Si este hombre fue capaz de algo como esto, cualquiera puede ser capaz de las más perversas atrocidades o de las más enfermizas costumbres. Cada día cuesta más trabajo confiar en la gente y cada día resulta más interesante imaginar hasta qué punto sería capaz de llegar una persona que confunde y mezcle realidad con fantasía.

Supongo que en el fondo lo único que pasa es que hay traumas y recuerdos reprimidos que nos llevan a perder esa conexión con la, demasiado acostumbrada a la tranquilidad, sociedad en la que nos desenvolvemos. Aun así, nos resulta impactante cada vez que sabemos de alguien que pierde tanto la cabeza, como para llevar al extremo la crueldad y cometer actos trastornados como el de hoy.

¿Qué culpa tenían el grupo de adolescentes que comían en este McDonald’s de que un jodido psicópata hubiera perdido los papeles y quisiera vengarse de la sociedad, por haber estado atormentado por complejos que jamás superó? Por patético que resulte parece ser que, cuerdos o no cuerdos, siempre tendemos a culpar a los demás por nuestra incapacidad de ser felices o, al menos, de mantenernos serenos y en calma. Pobres chicos, morir apuñalados uno tras otro y sin la más mínima posibilidad de reaccionar mientras veían que sus amigos eran asesinados frente a ellos. Que no reaccionaran me  parece lógico, pues el estado de shock al que les llevaría esa visión debió ser realmente fuerte y traumático. Sólo esperemos que de los testigos no salgan más psicópatas trastornados capaces de más barbaridades como ésta. 

25 de marzo de 2011

En el suelo



Estás ahí, mirando directamente hacia mí, y yo me siento viejo. Con un gesto dulce (y a la vez de terror) buscas un cigarro, lo enciendes, me miras, y yo me siento sucio.
He olvidado moverme, respiro sin sentir, no consigo saber o adivinar de dónde viene toda esta luz y a dónde se han ido las ganas de volver a soportar tus ojos, efigies marchitas de la vida que muere cada vez que te giras y me amenazas, prometiendo huir para no volver.


***


La foto es de Sara, una amiga que está empezando su carrera de fotógrafa. Como siempre he admirado la fotografía y yo me considero demasiado torpe como para hacer algo interesante con una cámara, le pedí a ella una que fuera (más o menos) acorde a mi forma de escribir... me dio esta foto y yo escribí este poema. 
Se puede visitar su blog aquí

22 de marzo de 2011

Primos

Dan es mi primo, sólo unos meses más viejo que yo. Es un conquistador y un hombre listo. Sabe aparentar y engañar a la gente, sobre todo a las mujeres. Hoy tenemos que dormir al aire libre. Exagero, dormiremos en su auto. Nos están persiguiendo por habernos metido donde no nos llamaban; por haber metido ciertas partes de nosotros en unas chicas que nos llamaban al vernos pasar y que resultaron no ser las más convenientes. D sigue dormido. No sé cómo lo hace. Yo prefiero quedarme atento por si viene alguien, con todo lo que tenemos detrás me resultaría imposible dormir.
El problema real es que la mara*  vaya a cuba* a buscarnos y se empiece una pelea por algo tan ridículo. Pero se lo toman muy en serio cuando se trata de la novia de alguno de ellos, o de la novia y la hermana de uno de sus jefes, como en nuestro caso. Nadie tiene la culpa de que no se negaran a nuestra invitación para llevarlas a su casa, pasando primero por la nuestra. Se podría culpar a la mala suerte, por permitir que las vieran bajarse del auto cuando las llevamos lo más cerca posible de su casa visto desde la prudencia. Pero nos vieron y no tuvimos más remedio que salir corriendo.
-Deberíamos irnos al norte y olvidar toda esta porquería.- Dice D, incorporándose. No sé muy bien qué contestarle, estoy concentrado en el cuaderno, el lapicero, la cerveza y la marihuana.
-¿Se acuerda de cuando éramos niños,-sigue- lo bien que lo pasábamos divirtiéndonos con cualquier cosa y sin miedo de que nos matara algún cabrón porque pierde una tuerca? Ahora tenemos que tener cuidado de no ir a una zona o a otra. Toda esta escoria de las maras nos está matando, poquito a poco, a todos. Y a nosotros nos llegará la hora si no hacemos nada, primo. ¿No piensa igual?
-No es tan fácil primo, no tenemos mucha plata y habría que ir a la casa para tener ropa para llevar, o comida. No podemos salir así nada más.- Le contesto mientras le paso el cigarro de mariguana. Mi respuesta no parece hacerle ningún efecto. Se acuesta sobre su asiento, reclinándolo y fuma con ganas. No tengo que preguntarle por lo que piensa, sé que me lo dirá en cualquier momento. Yo sigo escribiendo; algunas ideas vuelan en mi cabeza y pienso cazarlas para volverlas tinta.
-Nunca me olvido de cuando íbamos a perdernos a los cerros, -como esperaba, acaba contándome lo que piensa- siguiendo los arroyos, buscando pitahayas o guayabas. Eso era libertad, primo. ¿Se acuerda de su prima, Juana, cuando se vino con Brenda y con nosotros a hacer un trabajo de recolección de insectos, o algo parecido? Acabamos cogiendo en el monte, yo creo que ni sabíamos qué estábamos haciendo. Pero fue como un sueño, una fantasía hecha realidad, y con 12 o 13 años. Si se lo contamos a cualquiera ahora nos tendrían envidia. 
Tenemos que irnos a Los Ángeles. Hasta allí no nos seguirían los maricones de Zaculeu* y podemos empezar una vida libre otra vez, seguro que encontramos trabajo y mujeres para no aburrirnos. Piénselo, primo.

La idea me tienta. Un viaje largo, el viaje perfecto para inspirarme y escribir, y una posible solución a un linchamiento inevitable.
La vida supera la ficción, no sé quién lo dijo, pero tenía algo de razón.


***

Mara: pandillas callejeras, por lo general bastante violentas que se agrupan por barrios, o zonas. Muy comunes en centro américa.
Cuba: por alguna extraña razón así se le llama a la zona 12 de Huehuetenango (mi ciudad natal en Guatemala), la mara de allí son los Cubanos. Yo fui (o tal vez soy) un cubano.
Zaculeu: Otro barrio de mi ciudad, este pertenece a la zona 10, el nombre lo toma de la ciudad Mam de Zaculeu, que se encuentra en esa misma zona.

Dice que la gente ya no escucha

Dice que la gente ya no escucha
Dice que es su lucha gritar hacia las nubes
Dice, entre paréntesis, que no quiere ver caras tristes
Dice que la corteza del tiempo no cambia la esencia del ego
Dice que la música y las drogas no son una solución, pero ayudan a encontrarla
Dice que no recuerda la última vez que estuvo sobria
Dice que la poesía es muerte: la muerte del miedo
Dice que dios es una abuela y que la mayoría de ellas sólo se preocupan por sus nietos
Dice que cada abuela es un dios y que el politeísmo está más cerca de la verdad que la verdad misma.
Dice que si fuéramos capaces de bailar semidesnudos, o disfrazados de bestias, no nos haría tanta falta sentirnos adaptados en grupos pequeños, sin sustancia
Dice que la enfermedad que padece sólo está reconocida como tal en dos siglos de historia que aún han llegado
Dice que es capaz escribir capítulos enteros de novelas interminables, en unos minutos, pero prefiere imaginar mientras bebe y beber mientras fuma
Dice que necesita una droga más fuerte y algo de talento
Dice que en realidad ya tiene la droga, pero no quiere reconocer que ya no tiene esperanza en su propio talento

Dice adiós y se baja del tren.

21 de marzo de 2011

Cosas de niños


 Recuerdo a un niño pequeño, esperando a escondidas a que uno de sus tíos vaya a bañarse para poder entrar en su cuarto a robarle algo de dinero. Le recuerdo entrar sigilosamente, coger los pantalones, registrar los bolsillos, encontrar la cartera, registrarla hasta encontrar los billetes y quedarse con uno, siempre de los más altos. Le recuerdo también saliendo a toda prisa del cuarto y no volver a pisar la casa de su tío en varios días, aunque algunas veces tenía que meterse corriendo debajo de la cama porque escuchaba voces que venían hacia él. Así, sin querer, acabó conociendo muchas cosas sobre su tío, como que su potencia sexual la mayoría de veces brillaba por su ausencia y que por eso tenía que mantener a sus amantes contentas con regalos y dinero; también supo cómo se sentía culpable por la muerte de su padre, que murió de diabetes por una negligencia en el hospital al que le llevaron, al que le llevó él, por ser el más barato.

Recuerdo al niño aprender a reflexionar sobre lo poco que vale la pena hacerse viejo. También le recuerdo aburriéndose hasta dormirse mientras escucha las conversaciones por teléfono de su tío con mujeres, familiares o por asuntos de trabajo: El precio del café seguía en  un sube y baja de risa al que todo el mundo parecía acostumbrado, supongo que eso hacía que no se aburrieran de dedicarle tanto tiempo a un negocio como el cultivo y la distribución del café , también cuenta que era el negocio familiar,; algunas primas se casaban, otros se graduaban del bachillerato y estaban eligiendo una carrera universitaria, aun sabiendo que todos acabarían siendo ingenieros forestales, la carrera por tradición en la familia. 

Recuerdo también la inocente torpeza del niño que, como el criminal que tiene que cumplir el tópico de volver siempre a la escena del crimen,  una vez volvió a la casa con un colgante de oro que había robado del cajón de la mesa de noche de su tío y, sin tener el más mínimo cuidado de esconder el eslabón perdido de los regalos hechos por su tío a sus mujeres, se paseó con él por toda la casa. El tío pasando delante del niño, por casualidad, se topa con un destello brillante reflejo de un día soleado y tranquilo, y lo reconoce enseguida: dos manos doradas sujetando un corazón, colgando de una cadena de eslabones, todo dorado y brillante.

La imagen fue reveladora y las excusas innecesarias. El niño en un  último intento de encontrar una salida, inventa una historia sobre que no es suya sino de un amigo que se la ha prestado para enseñársela a una chica que le gusta. Sin apenas darse cuenta le está dando datos reales sobre un amigo a su tío que, sin acabar de escucharle, sale corriendo hacia su moto y se dirige a la casa del amigo, habiendo previamente amenazado al sobrino para que no se mueva de allí hasta que vuela. El niño es demasiado pequeño y está demasiado asustado como para desobedecer. Aunque en el fondo no se siente culpable, aun sabiendo el castigo que va a conllevar lo que ha hecho. No se siente culpable ni cuando en lugar de a su tío ve aparecer a su hermano mayor, que viene con una mirada inexpresiva y sólo se acerca para decir “A, dice mama que vayàs a la casa”. En ese momento están acompañados de algunos primos, a los que no recuerdo. A avanza hacia su casa, pensando, adivinando el castigo que le impondrá su madre. Tiene tiempo de imaginar varios, aunque acaba decantándose por unos azotes con el cinturón de cuero de su padre; algo que su madre y él saben de sobra que servirá como escarmiento, al menos durante un tiempo. 

Un mes casi exacto tardaron las marcas de los azotes en borrarse de la piel de sus piernas. Sus hermanos estuvieron sin hablarle sólo unos días, su madre tardó más de lo que tardaron las marcas en borrarse. Creo recordar que nunca más volvió a robarle nada a nadie en su familia.

20 de marzo de 2011

Algunos saben lo que es ganar


No son señales
No pueden ser señales
No existen las señales

Hay relojes a punto de dar las cuatro de la mañana
Hay sueños depositados en golpes de viento
Hay versos sin medida que no cuentan con su libertad
No hay parnaso capaz de avivar las ascuas de esta soledad

Sin sol, sin edad
No hay silencio

Desde la manada rugen los guías del acuerdo
Y la carne en que imperan a la espera
Para atraerse a su reino, unos a otros
Todos a una, una a nadie.  Donde unos serán ellas
La simbiosis lasciva
Y el verbo se hará vicio, convirtiendo al derrotado
En una máquina de vender pasiones
Capaz de devorar falos de sosiego…

Pero seamos sinceros
Lo que viene después se lo han buscado:
Algunos saben lo que es ganar.

19 de marzo de 2011

Mi padre


Mi padre no era una persona perfecta; ni como padre, ni como hermano o amigo; nadie lo es. Era alcohólico y mis hermanos y yo apenas le veíamos. Durante muchos años no le veíamos más de una vez al mes y sólo estaba con notros el primer día de los fines de semana en los que venía, los siguientes se los pasaba con sus amigos en alguna cantina. A nosotros, de pequeños nos daba una enorme alegría que viniera, esperábamos ansiosos cada mes su llegada, nunca nos importó que apenas lo tuviera en cuenta, probablemente la que más lo sentía era mi madre, la que, por supuesto, lo esperaba con más ganas que nadie.

Más adelante ella cayó enferma de cisticercosis, lo cual la apartó, literalmente, de la vida en sociedad. No podía ver la luz del sol y se mantenía encerrada en su cuarto a oscuras; su carácter se endureció y acabó por no querer saber nada de nadie, aunque era necesario que su familia la visitara, para cuidarla y que nosotros de vez en cuando también nos pasáramos a verla. De alguna forma había que darle el cariño y los cuidados que mi padre no podía. Él siguió viniendo una vez al mes, siguió bebiendo, aunque no al mismo ritmo que antes; intentaba estar cerca de mi madre y eso le hacía bien, a ella.

Acabó curándose y poco después mi familia se mudó a otra casa y nada más hacerlo mi padre nos dijo que había perdido el trabajo. Esto lo llevó a caer en rotundo en su adicción al alcohol. Vivía con nosotros y estuvo más cercano, pero era raro verle sobrio. Poco a poco nos fuimos enterando de las aventuras que tenía con distintas mujeres y de que había tenido dos hijos con una de ellas. Mis hermanos y yo estábamos entrados, o a punto de  entrar, en la adolescencia; casi obligados, cada uno nos fuimos por nuestro lado, haciendo nuestra vida. El matrimonio de mis padres se vino abajo, como cabía esperar. Mi madre se fue del país a vivir con una tía a España, se llevó a mi hermana, y yo con mis dos hermanos me mudé a casa de mis abuelos. Mi padre acabó encontrando trabajo y se mudó también.

Hoy, después de varios años con apenas contacto con él, nos han dado la noticia de que ha muerto. Sufrió una pancreatitis crónica por su alcoholismo y por su pasividad para tratar los dolores que fue teniendo. Murió en un hospital cercano a donde estuvo viviendo después de que se mudara. Toda mi familia estaba ya en España y sólo pudieron ir al funeral y entierro mi madre y mis dos hermanos.

Era un hombre reservado y murió solo. Vivía en una habitación sucia e incómoda, pero no le importaba. No dejó de beber hasta que llegó al hospital. No llamó a nadie para que supieran dónde y cómo estaba, creo que se sentía desplazado y odiado por su familia. Algo que si era verdad, probablemente había sido por culpa suya.
Me pregunto cómo habría sido todo si se hubiese venido con nosotros a España, pero ya sólo me queda imaginarlo.

A veces me asusta lo mucho que me parezco a él.

17 de marzo de 2011

Mi muerte y mi sabor


¿A quién le importa fracasar
Cuando está enfermo?

Soy la excusa que buscan
Los que se creyeron
Perdidos
Los que se creyeron
Limpios
Y los que estando ebrios
Perdieron la vergüenza

Soy la excusa del rechazo
Del hashish de la pipa
Para conformarse
Con el opio del pueblo

Soy la razón de los cínicos
Que no paran de bailar,
Ni de crecer, ni de volver
a nacer

Soy mi muerte y mi sabor

La timidez es sólo un arma,
Como la poesía,
De ésas que nos matan
Porque apostamos la vida
A que estábamos cuerdos.

16 de marzo de 2011

La doncella está muerta


¿Cuál es el límite del miedo?
Pregunta uno, entre mil que no escuchan

¿Cuál es la cuerda de la que cuelgan
Los que aún no han nacido?
Preguntan mil y cada uno se escucha

¿Cuál es el remedio
Que nos devuelve el hambre?
Pregunta el único sediento

¿Cuál es el yo, ahora que no hay inocencia?
Preguntan todos y reclaman respuesta


¿Cuál de éstos será mi esbirro?
Pregunta una doncella de luto

¿Cuál de ellos querrá mi fiebre?
Canta, porque nadie responde

¿Cuál de todos se hará
Un sacrificio de polvo?
Recita, sudando nostalgia


Yo soy poeta
Grita uno, entre mil que ahora escuchan
Pero la doncella está muerta.

14 de marzo de 2011

Morir de veras


Tiene una marca detrás de la oreja, 
entre la piel del lóbulo y la cabeza, 
que dice acércate, aléjate, olvídame, revienta.
Tiene una forma de andar que te lleva 
a pensar en la piedad, 
pues su cuerpo sería el lecho perfecto
para olvidar, para crecer, para morir. 

Morir de vida, morir a plazos, morir de veras. 

Su piel contamina si llegas a rozarla. 

No es veneno, ni es carne de venganza; 
es el laberinto perfecto para perderse
y perder en ella la ambición y la cordura. 
De su pelo y de su boca no diré más 
que lo que dijeron mis dedos la última vez 
que se atrevieron a cruzar la frontera 
entre el deseo silencioso y la necesidad. 
Mi necesidad de llanto, de furia, de aire y de castigo; 
pues el amor que sobrevivió a lo eterno 
es sólo el adoctrinamiento en que creyeron nuestras mentes,
mal-llamadas egos.

13 de marzo de 2011

Humo


" Las cosas más triviales se vuelven fundamentales..."
HdS

El poder entre mis manos se vuelve llama que enciende y que deshace en burbujas las rocas de un vicio atroz. El humo nos trae nuevas verdades en papel de hambre para saciar nuestra ansiedad y hacernos caer al cielo.

12 de marzo de 2011

De una guerra civil...


“Todavía había gente que creía que se podría salir con vida de allí. La esperanza es lo último que se pierde, dicen, aunque después de haber perdido a la mayor parte de tu familia y amigos, quizá sea la esperanza en lo último que se piense y por eso no se olvida”



En época de guerras, la persona pacifista será siempre la más dañada, las familias pacíficas serán separadas y las comunidades no conflictivas se verán arrasadas. Son lecciones de vida, de muerte, de hambre, de miseria, de insolidaridad, de guerras civiles. Lecciones que se aprenden cuando muchos de los combatientes han olvidado los motivos que los llevaron a cargar con una escopeta y a salir a recorrer montañas y selvas en busca de un enemigo sin cara, sin nombre, sin sueños, sólo con metas impuestas por poderes más allá de su propia comprensión; ellos  que sólo quieren vivir un día más y creer que todo acabará y que, cuando acabe, empezará de verdad a suceder todo lo que se define como vida y tranquilidad en los cuentos y las radionovelas.

El engaño nos puede llevar a uniformarnos y a sentirnos protegidos entre brigadas sin compasión. La crueldad contra los indefensos nos hace sentirnos seguros de ser capaces de salvarnos a nosotros mismos. Pero no sólo hay una cara en las monedas y en las guerras siempre hay tres bandos. El de los que no luchan y sólo mueren y huyen y sufren, que acabarán siendo otras personas en otros mundos, con otras caras y con las mismas penas. Los uniformados se arrepentirán cuando dejen de ser útiles y se vean obligados a ser despreciados por todos aquellos a quienes se acercó el tufo a podrido de su mediocridad. Y los que luchan por ideales (a veces los hay), los pequeños que se hacen grandes porque han perdido el miedo a perder, acabarán olvidados, ignorados por el poder que controla y que engaña a sus enemigos, volviéndolos enemigos de la mayoría de desconocidos que nunca pisarán la tierra sobre la que luchan. 

Morir por defenderte, morir por defenderlos, morir por defender la persecución de un fin, de una verdad, de una idea necesaria, es la única excusa para no desfallecer, para no soltar la escopeta y para no bajar de las montañas hasta que se vean liberadas de las hemorragias de sus habitantes y del estruendo asesino que arremete  contra las pocas criaturas que quedan sin saber por qué existe la necesidad de enviar a unos a matar a otros como única opción si no quieren morir ellos primero.

10 de marzo de 2011

Podrías acercarte hasta rozarme

Podrías acercarte hasta rozarme
Y hablarme, quizá, aunque tus ojos
Sean capaces de decirlo todo 

Si me muero miran hacia otro lado
Si sólo estoy enfermo parpadean
Dos veces, rápidamente -hay que estar atento-
Si estoy triste se iluminan
Y muestran la falsa comprensión del arrepentimiento
Si estoy alegre, sonríen conmigo

Y como hoy no sé lo que siento
Porque para el vacío no hay palabras
Ni emociones, ni discursos, ni ganas
Capaces de darle la forma que necesita
Para ser reflejo de castigo o bendición en tus ojos
Quiero que te acerques y me roces
Y me sientas y me abraces y me digas
Con tus ojos o sin ellos, desde tus labios
O con ellos, lo que me pasa hoy
Que no he llorado, ni he reído
Ni he extrañado, ni he caído; no me reconozco,
Parezco un hombre en paz, un desconocido con mis huesos

Ven y dime si esta paz es tormenta disfrazada
O si es sólo la muerte que juega a la traición
Y quiere verme con sus ojos
Para que dejemos de entendernos
Con el lenguaje de códigos metafísicos
De tu mirada y mis caricias.

El gran Panski


Salió de su casa con la desconfianza de siempre, aunque con una motivación que nunca había sentido o, al menos, que no recordaba. Todo estaba empezando a salir bien. Aunque aún no había encontrado trabajo y el subsidio por desempleo amenazaba con agotarse, tenía la sensación (de algunas hay que fiarse) de que pronto encontraría uno y de que, en realidad,  sólo era cuestión de perder el miedo y salir a buscarlo.
El día dolía. La piel, cuando se acostumbra a la oscuridad y al encierro, recibe al calor como a  un extraño. Pero nada de eso importaba, hoy, por fin, tenía la oportunidad que había esperado durante varios años: conocería al poeta maldito de su momento, al despreciado por el círculo sibarita de la poesía moderna, al único que merecía la pena leer si querías dar con algo fresco.
Es una suerte contar con conocidos que se muevan en esos círculos. De no ser por la muchacha a la que conoció el fin de semana pasado y a la que le encantó su trabajo (poética, pero sobre todo sexualmente hablando) la que además de hacerle pasar una noche memorable y un poco agotadora, le informó de los eventos que organizaba la asociación a la que pertenecía, uno de ellos el recital del gran Panski.
Sentía que las cosas empezaban a mejorar.

Y ni él ni nadie lo habrían puesto en duda, de no ser porque llevaba tanto tiempo escribiendo y, por tanto, fingiendo ser alguien o algo más allá de su carne y sus huesos, que sus recuerdos, sus invenciones y sus creencias se habían mezclado hasta el punto de hacer irreconocible su personalidad. Al menos la personalidad que era digna de ser mostrada en público; las otras eran mucho mejor comprendidas cuando se trataba de personajes impresos en Courier tamaño doce. 

A la gente le impactan menos sus miedos y los tabúes si los leen y no tienen que pasar por el mal trago de soportar a alguien hablando de perversiones sexuales o de tendencias psicópatas en conversaciones cuerpo a cuerpo. Se dio cuenta de hasta qué punto estaba perdiendo la noción de su realidad cuando, un día antes de la esperada velada poética con el gran Panski, recibió una llamada telefónica de alguien a quien no reconoció, pero que por la familiaridad con la que se dirigía a él, debía ser un amigo, o por lo menos, un colega. La llamada era para informarle que al día siguiente tenía que estar una hora antes en el bar La Cicuta, para preparar todo lo relacionado con el recital.
La conversación lo dejó extrañado y aturdido, sin poder articular respuesta; más allá de no entender por qué iban a necesitar su ayuda para la organización del evento, le impactaron las palabras de despedida de su interlocutor: “Igor, prepárate bien y déjales claro, a todos estos aprendices de poetas y falsos críticos, quién eres y por qué eres el GRAN PANSKI”