27 de febrero de 2012

Apuntes sobre Plop, de Rafael Pinedo







Un asentamiento  nómada en una situación social y unas circunstancias climatológicas extremas. Una falta casi total de cultura y conocimientos en la mayor parte de sus miembros; quizás solo en una entre ellos (la portadora de los papeles que narran el inicio de los tiempos), o quizás en todos los que la escuchan, hipnotizados 
Cómo ser un niño que nace mientras tu gente vaga sobre el barro y la basura; cómo ser un niño si has nacido cayendo directamente a un charco, produciendo y obteniendo en un instante, tu primer instante, tus propios bautizo y nombramiento. El bautizo adecuado con el nombre adecuado para caer a una sociedad que no has elegido, que nadie ha elegido,  que solo está ahí para recibir sobre su desvencijada superficie de agua resplandeciente bajo las estrellas y barro,  a todo el que llegue.
Si el azar lo permite, podrás, aun siendo un niño, tener una pequeña vía de escape. Podrás enamorarte, siempre de la forma en la que un miembro del asentamiento puede enamorarse,  podrás dejarte llevar, por las noches, de la mano de la vieja Goro, hacia una fogata donde verás reunidos a los elegidos, aprendiendo a leer. Leyendo. Ahí el azar (en este caso llamado Pinedo), permitirá que puedas volver a solas con esa persona extraña, a la que no por casualidad la han llamado Rarita, por la que sabrás lo que es sentir, y con la que acabarás descubriendo el significado real del deseo y su papel sobre la supervivencia en la sociedad y, sobre todo, en los individuos. Lo descubrirás usando su precioso cuerpo, sudando junto a ella, amándola, siempre de la forma en la que un miembro del asentamiento puede amar.
Sabrás porqué desde siempre y para siempre todos os podréis usar y ser usados. Lo entenderás y sabrás que la única opción para luchar contra un monstruo, será convirtiéndote en otro. Serás libre en un entorno en el que la ética se plasma en la prohibición de mostrar la lengua, o utilizarla para cualquier actividad que no sea saborear la comida y salivar; un entorno en el que la moral se plasmará en la decisión de denunciar siempre al que haya enseñado o utilizado la lengua de una forma no ortodoxa, de una forma vulgar. Y quizás haya que reciclarle por su osadía. Cada uno es dueño de su propia muerte, nos dirán… y nos costará rebatirlo.
Al lado de la sexualidad enfermiza y desmedida de todos los miembros del asentamiento, sobre todo de los que desempeñan un cargo de poder sobre los demás, se encuentra la venganza como un disfraz de la desesperación por salir de esa cárcel sin paredes. 
El trueque será una buena manera de intercambiar necesidades, buscando saciarlas, a veces a la fuerza, a veces con las monedas de cambio más prescindibles en una situación extrema de supervivencia, las personas, los desgraciados Voluntarios Dos, los primeros en ser sacrificados: reciclados. Pero incluso uno de ellos, si sabe y puede aprovecharse de su situación, conseguirá de la mano de la venganza y la falta de escrúpulos, escalar hasta lo más alto, donde pueda obtener privilegios de cualquier naturaleza. Plop lo intentará.
El egoísmo será también una de las armas necesarias para conseguir las cosas, cualesquiera que sean. La falta de empatía será solo una consecuencia. Todo el que te rodee pasará a ser un estorbo o una herramienta a la que usar, en el mejor de los casos. Plop elegirá él mismo a los más adecuados para verse beneficiados por sus logros, ambiciones o suerte.
La violencia será otra de las armas con las que llegar a controlar el entorno, hasta destruirlo o por lo menos desfigurarlo. O que lo haga él contigo. 
Pero no todo es sadismo. No todo es dolor, huidas, miedo, odio, insensibilidad o vicio; también veremos restos de humanidad, de hermandad y amistad. Todo tendrá cabida, a pesar del temor a pararse a razonar y ser arrasados por los que nunca se detienen dentro de ese círculo vicioso en el que se ha convertido la existencia, a la que  se prefiere no plantar cara e intentar cambiarla; la cual será la atmósfera común para todos y todas, contra la que no se atreverán a luchar. ¿Nunca?. Quizás no se pueda, quizás intentarlo sea solo una temeridad, pero en su situación nacer ya es una temeridad, y sobrevivir es, literalmente, una locura.
Novela recomendable, sin duda.



Una auténtica reseña sobre la novela puede leerse aquí:

14 de febrero de 2012

¿Nada?


Luchar contra nada. Huir de nada.
La libertad es un simulacro de realidad, un engaño impuesto por los que se hicieron con el poder; los que inventaron lo que hoy se nos hace ver como el poder, el poder real.
Luchar contra nada. Huir de nada.
La realidad está ahí, desfragmentada, hecha añicos, esperando a que estemos dispuestos a conformarla, o reformarla.
Podemos hacerlo a nuestro antojo, esa es la ventaja. Podemos hacerlo como queramos, ese es el problema.
Luchar contra nada. Huir de nada.
¿Qué querer cuando lo que se ha creído deviene en espejismo? ¿Qué creer cuando lo que se ha querido ya no está? El lenguaje apropiado para los simulacros de verdad siempre ha sido la mentira.
Luchar contra nada. Huir de nada.
Sal a la calle y dime, de lo que ves, una sola cosa que sea más real que el frío invernal, las estrellas, la luna: lo natural.
Sal y dime si estás seguro de lo que ves; y si lo que ves es lo que crees ver o lo que quieres ver.
¿Podrías vencer?, o sería como siempre, una teoría entre mil posibles, tu argumento en contra de las imposiciones.
Luchar contra nada. Huir de nada.

¿Es la realidad realmente lo real? Deberíamos preguntar más. Sabiendo que preguntar no es emitir enunciados en busca de iluminación o reproches. Se trata de buscar respuestas, una y otra vez.
Luchar contra nada. Huir de nada.
Nos dieron el simulacro de libertad, para poder asentarnos sin remordimientos en una realidad que es más ajena de lo que seríamos capaces de imaginar.
Tienen la ventaja de que la libertad no nos deja imaginar, o pervierte lo imaginado. Promulgar lo real destruye, pues cada vez que se levanta un mito, otro debe ser arrasado.
El dolor solo está equilibrando una balanza emocional.
Luchar contra nada. Huir de nada.
La realidad es pura invención, pero hay invenciones más naturales, más humanas. No ese arte post-moderno derrotado, sino la lucha que debería dormir debajo de cada capa de aceptación.
Luchar contra nada. Huir de nada.
Nos dicen que no hay normas porque no las quieren para ellos. Nos dicen que solo conocemos el vicio, mientras ellos idolatran la perversión. La fabrican.
Luchar contra nada. Huir de nada.
La confusión adormece. La falta de convicción es el cáncer de la objetividad. O tal vez lo subjetivo sea solo una  herramienta para llegar allí, al nuevo lenguaje.
Luchar contra nada. Huir de nada.
La libertad muerta. Sacrificada en pos de un nuevo mito, en pos de una nueva razón. La reconciliación con la filosofía como herramienta para entender una psicología desquebrajada. Desde un pensamiento realmente crítico, sabedor de su limitación, pulidor de su propia forma.
Luchar contra nada. Huir de nada.  
El mito real de la nueva estructura social. Una muchedumbre atenta. Una sociedad dispuesta. Una explosión en los cimientos de la antigua verdad, para plantar sobre esa tierra las semillas de un bosque, solo un bosque, solo naturaleza.
Luchar contra nada. Huir de nada.
La libertad nos ha hecho máquinas. El nuevo mito nos devolverá a la vida. A la más pura expresión de lo humano.
Dejemos que empiece.