1 de julio de 2013

Fragmento de "Compañero", relato corto de Máximo Gorki

Entonces la vida se detuvo, porque ellos, los esclavos son la fuerza que da movimiento. Se detuvo la corriente de agua, el fuego se apagó, la ciudad cayó en las tinieblas y los aparentemente fuertes se sintieron niños.

El miedo se apoderó del alma de los violemos y se vieron en la necesidad de cubrir su animosidad contra los rebeldes, inciertos y aterrorizados ante su fuerza, que despertaba.

El espectro horrible del hombre se levantó ante ellos, y sus hijos lloraron.

Las casas y los templos, rodeados por las tinieblas, se confundieron en un caos de piedras y de hierro con alma; un silencio siniestro llenó las calles; la vida se detuvo, porque la fuerza que la hacía desenvolverse se había conocido a sí misma; el hombre esclavo había encontrado la palabra adecuada, mágica, invencible, para expresar su voluntad; se había libertado de la opresión y había reconocido su fuerza, fuerza de creador.

Los días eran días de angustia para los poderosos, para aquellos que se creían dueños de la vida. Cada noche valía por mil, tan espesas eran las tinieblas, tan mezquinamente brillaban las luces, en la ciudad muerta.

Esta ciudad, creada por los siglos, inmenso monstruo que bebía la sangre de los hombres, se presentó entonces ante ellos su monstruosa nulidad, como un mísero amasijo de piedras y de madera. Las ventanas de las casas, frías y tristes, permanecían cerradas, y por las calles caminaban atrevidamente los verdaderos dueños de la vida. También ellos tenían hambre, y más que los otros, pero estaban acostumbrados a ella, y los sufrimientos del cuerpo no eran para ellos tan agudos como para los potentados ni apagaban el fuego de su alma. Ardía en ellos la conciencia de su propia fuerza y el presentimiento de la victoria brillaba en sus ojos.

Caminaban por las calles de la ciudad aquella presión melancólica y angosta donde habían vivido despreciados, donde habían sido ultrajados y veían la inmensa importancia de su trabajo, lo cual les hacía concebir el sagrado derecho que tenían de ser dueños de la vida, de ser sus creadores. Entonces, con energía nueva, con refulgente claridad, se les presentó la palabra capaz de vivificar y unificar:

-¡Compañero!


Se puede leer una versión completa en el blog Cuestiónatelotodo, de Jose Luis Forneo.

3 de abril de 2013

Hoy: Gioconda Belli

Casi siempre que leo a esta tremenda escritora (y debería avergonzarme confesarlo, lo admito) es por casualidad... bien sea porque me paseo por alguna biblioteca y veo sus libros expuestos; bien sea porque alguien la menciona en críticas y reseñas a otros autores; o bien sea, como en este caso, porque en alguno de los blogs y revistas que leo habitualmente, le dedican un espacio más que merecido... el caso es que vale la pena pasarse un rato deleitándose con sus palabras... y por si alguien no me cree, para muestra un botón: 

Es larga la tarde

Es larga la tarde
como el camino curvo hasta tu casa
por donde regreso arrastrando los pies
hasta mi cama sola
a dormir con tu olor engarzado en mi piel,
a dormir con tu sombra.

Es larga la tarde
y el amor redondo como el gatillo de una pistola
me rodea de frente, de lado, de perfil.
El sueño pesa sobre mis hombros
y me acerca de nuevo a vos
al huequito de tu brazo,
a tu respiración,
a una continuación infinita de la batalla
de sábanas y almohadas que empezamos
y que pone risa
y energía
a nuestro cansancio.


[El blog al que hago referencia se puede visitar aquí: http://networkedblogs.com/JRIJU un artículo más que recomendable]

1 de abril de 2013

Un poema de Pushkin dedicado a los poetas...

Al poeta

Poeta, no ambiciones el popular afecto,
pasa fugaz el ruido del elogio entusiasta;
oirás que juzga el necio y ríe la turba fría
tú, permanece firme, tranquilo e insociable.

Zar eres. Vive solo. Por el camino libre
ve allá adonde te arrastre tu libre inteligencia.
Perfecciona los frutos de tus ideas más caras
sin pedir recompensa por una noble hazaña.

¿Qué son ellos? tú eres tu propio y alto juicio.
Mejor que todos sabes apreciar tu trabajo.
¿Estás contento de él, oh tú, exigente artista?

¿Contento? Deja, pues, que lo insulte la turba
y escupa en el altar donde alumbra tu fuego
y en pueril travesura haga oscilar tu trípode.

Alexandr Pushkin

25 de marzo de 2013

Creí que había dejado atrás


Creí que había dejado atrás
La silueta de tu presencia hecha nostalgia
Recuerdo haber hablado tanto
Conmigo mismo –siempre conmigo mismo-
De la importancia de llamarnos nadie
Mientras la imaginación deviene en Dios
Y nos crea recreándose a imagen y semejanza
De las sombras y el silencio.

Creí que había dejado atrás
La presencia de tu silueta en mis recuerdos
Mientras me decía a mí mismo
Que no era yo –no podía ser yo- el que había de llegar
Allá donde exhala su fragancia la ilusión
En el oasis fantasmagórico de las batallas ganadas
Contra los desengaños siempre dispuestos
A nunca retirarse.

Pero quizás sí  sea yo el nunca dispuesto a desengañarse
Del abandono autoinflingido
Ni siquiera  hablarme a gritos funcionó
Como distracción –la atracción siempre irreconocible-
De la irreconciliable apatía  del anónimo caminar
De tu inocencia ignorante siempre de haberme herido
Al haber conseguido adivinar hasta dónde llegaría
Esta pasión que fue sin saberse engendrada.

22 de marzo de 2013

El silencio, dicen, a veces habla


El silencio, dicen, a veces habla
Más que cien o mil palabras
¿Es hoy el momento de empezar
A creer en la otredad
De esta lengua nuestra, mal usada?
Quise oírme decir
La respuesta exacta a la cuestión
Que tu mirada lanzó
En aquel momento, que fue tantos
¿Recuerdas aún, mujer,
La primera muestra apasionada
Del futuro que devino
En hoy, en tú, en yo, en esta batalla?
Defínelo en un quizás…

4 de diciembre de 2012

Gusano...


Me ves arrastrarme, esconderme en agujeros oscuros bajo tierra, levantar la cabeza sin apenas comprender lo que percibo, más allá de la necesidad de alejarme del dolor y rescatar de la luz lo poco que pueda aportarme, para que mi vitalidad no desfallezca. Alrededor de este lodazal todo parece tan vivo, tan colorido. La sensación de no pertenecer a un mundo que cambia sin cambiar, se mueve sin moverse y crece sin crecer, no consigue hacerme decaer, pero puedo ver que los otros han conseguido ya camuflarse en su destino prescrito. La metamorfosis profetizada llega a todos los que una vez se deslizaron sobre el agua, la tierra, las hojas, las ramas y raíces que para mí aun siguen siendo un hogar.
Puedo verles escondidos, envueltos en un material exquisito creado por ellos mismos y capaz de proteger su autoexilio, el único camino posible para llegar a ser el sueño cumplido. Sueño que nunca fue un sueño, solo una espera, un soportar y sobrevivir ante las inclemencias de lo vivo, de lo móvil, de la propia existencia. Puedo ver a otros que han alzado ya el vuelo, convertidos en los millones de colores en que el devenir de la vida ha venido ordenando, demandando a lo largo de los años. Revolotean a alturas a las que yo no puedo aspirar, se apoyan sobre las hojas y ramas de los árboles más altos, se ven reflejados en lagos y ríos que para mí solo podrían significar la muerte, el espejo cruel de la vida degradada, desgastada, acabada. Recorren y recorrerán distancias sinónimos del olvido, del abandono, del curso irreverente e inevitable del destino que nunca existió, pero que, con su hálito, su sombra y su amenaza de verdad, ha determinado desde siempre y jamás la tortura de no pertenecer al mundo al que pertenezco, de no rodearme de lo que me rodea, de no sentir lo que me siente, de no anhelar lo que me anhela. Nada y todo es nada. Muerte y vida son muerte. Yo soy lo que no debí ser. Marginado de lo que me integra soy el no ser, la verdad incierta, la melodía del ruido, la voz de la mudez, la vista de la ceguera, el reposo de lo volátil, el tacto de lo incorpóreo, el aroma de lo inodoro, las lágrimas de la alegría, el descontento de la felicidad, la nostalgia de lo que nunca estuvo… el equilibrio roto, lo entero disuelto… la luz que se apaga y el agua que se seca…
Quizás no sea, ni nunca seré, pero mientras tanto, luces y sombras siguen su rutina…

18 de noviembre de 2012

Soñando lejanías

¿Quién no ha soñado lejanías?
¿Y quién no ha deslizado su mirada sobre las distancias?

Tu carta, entregada como se entrega un instante
En otras lenguas y desde otras leyendas
Para descubrirte en ella y casi mirarte

Comprender al tocar, y leer que la existencia
No es más que un viaje. Risas y penas surcando
Ríos y caminos. El deseo convertido en millones de ciudades
A cuál llegar, nadie pregunta; partir puede ser un error,
Quizás uno grave. Pero recibir promesas
Risas y silencio, consigue devolver la efigie del anhelo
A ese estado anterior, como siempre quisimos recordarla.

La poesía no se derrama, como dicen
Ese es el papel de las lágrimas y la sangre
Por eso estos versos irradian fragancias jamás percibidas

Pobres ellos, pues soñaban
Con pertenecer a algo grande
Más, incluso, que esta distancia.