Algunos apuntes que he ido anotando mientras leía esta interesante novela. Supongo que no hago ningún descubrimiento ni nada parecido, pero... recomiendo altamente al libro y a su autor.
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Un
leproso: un vagabundo: camina, le rodean gentes normales: le critican, le juzgan. Los niños le temen, se burlan: le
condenan: preguntan ¿Qué le pasa en la
cara?
Un
sistema político con una regla bastante clara: producir para consumir o morir.
Esa es la única función válida para los súbditos: si se niegan habrá que
inmolarlos si es necesario. Quien no produce, no consume: no debería vivir. Si
a los que se niegan seguir este precepto se les hace entender que no podrán
cambiarlo, aceptaran la conveniencia de una muerte voluntaria. A los demás,
mientras puedan producir, se les hará creer que serán eternamente jóvenes: si
no quieren que se suiciden y ya de paso limpiaran las calles de crímenes; y
nadie podrá culpar a quien gobierne por unas muertes auto-infringidas.
Vuelve
el profeta pródigo, el convocador de masas: al que todos escuchan. Vuelve a
donde pertenece, de donde es, si se puede ser de algún lugar. Vuelve con su
amor a donde le aman, con su verdad a donde le creen. Vuelve a los brazos del
amado, del amante. Vuelve a observar en las calles y plazas de la ciudad al
rebaño, mientras se distraen al sol y compran y gastan y ven. La seguridad en
manos de los inseguros. Los turistas abstraídos en, y por su condición de
pasantes, de efímeros estorbos en el antiquísimo paisaje urbano; y él, yo, tú solo un espectador; aunque no
uno cualquiera: el espectador al que todos
querrán hacer protagonista, para después poder sacrificarlo.
El
amor… ¿un medio o un fin?: medio al cual
aferrarse con la fuerza necesaria para no sucumbir ante la desolación
imperante; fin, para aprehenderlo y olvidar, ignorar, marginar todo lo que
fuera de él nos pueda causar daño. De ahí al matrimonio: sueño cultural
impuesto como reafirmación de un amor bien visto a los ojos de los otros:
reafirmación sincera de los sentimientos entregados y recibidos. ¿Se puede
creer en algo de esto cuando la gente, idéntica entre sí en apariencia y
comportamiento, compra, consume la felicidad ofrecida en diversos estants, como si una televisión, una
lavadora o una noche en un hotel de lujo fuera el colofón a una entrega
teóricamente eterna? Pero cuidado, hay diferencias sustanciales entre él, yo, tú: ellos. ¿Quién pertenece a
dónde?
La
desesperación y angustia por verse, sentirse, estar solo. Buscar sin complejos
ni vergüenza esa compañía que traerá la promesa de felicidad hasta el día de la
muerte. Pero, ¿y si desprecia lo que ofreces: no tu alma ni tu espíritu, ni
siquiera tu profesión o pertenencias: te desprecia a ti, solo con verte?
¿Dejarás entonces de llamar amor al amor y reconocerás la relevancia del sexo:
el ansia por saciar esos instintos incontrolables: llevar al último extremo la
entrega, la búsqueda de un miembro más joven de la sociedad y entregarle tu
cuerpo, tu carne, tu sangre, tu todo, para rogarle lo más parecido al amor que
te pueda dar?
La
ciudad post-moderna: todo tipo de lujos y comodidades: calor para el frío,
frescor para el calor, nieve y piscinas todo el año: perfectamente comunicada
entre sí y para el exterior; el tráfico y acceso a la ciudad como metáfora de
la gestación humana: automóviles espermatozoides, el óvulo espera, el centro de
la ciudad espera. Llegamos nosotros.
Si
eres turista podrás acceder a todo, informándote y contemplando. Si eres un
nativo tendrás que esclavizarte, o no podrás acceder al paraíso terrenal
erigido sobre la tierra que tus antepasados probablemente alguna vez llamaron nuestra. Como siempre y en todos lados
tienes que pagar: eres lo que tienes: lo quieres todo y no quieres nada.
Esconderte
en las alcantarillas, camuflarte entre las ratas subterráneas. Huir de sus
miradas y entregarte sin miedos ni restricciones al único deseo de placer al
que la edad no ha podido doblegar: someterte al recuerdo de la felicidad:
demostrarle, demostrarte, lo capaz que fuiste de perfeccionar tus técnicas para
procurar saciarle, o intentarlo al menos: porque saciarle será saciarte: a
escondidas, a hurtadillas, lejos de ellos, de los que se acercan
imprudentemente y te etiquetan al instante como esa criatura infrahumana a la
que persiguen para saciar el ansia de entretenimiento de las masas. Corre. Corred desnudos y excitados.
Montones
de eruditos reunidos para debatir lo que eres: tú callas y pretendes no
escuchar. Competirán para demostrarse entre ellos y a sí mismos que son capaces
de descifrar el arcano que supones: no eres el leproso que los niños veían: solo
venias de lejos y parecías diferente: tu cara mutilada y tu miembro
desproporcionado lo confirmaban. Correr
nunca es suficiente, ¿verdad? Huir parece imposible, menos mal que siempre
habrá alguien que te acepta: sólo ocúpate de no preguntar sus motivos.
Has
sido un rebelde y tendrán que cambiarte: acepta sus preceptos: tu futuro es el
futuro de su pueblo: tu cambio confirmará la razón de su poder y el poder de su razón: tu cura será
su cura.
Ella
no puede hacer mucho por ti: solo sufrir en silencio los martillazos de
hipocresía con los que la atacan los miembros de esa sociedad recta a la que
pertenece, a su pesar, y que ahora la juzga por haberte dado y haber pedido
felicidad: placer no mercantilizado; por haber preferido saciar los instintos antes
que vivir acomodados en esa ciudad de iguales: no por justicia sino por falta
de personalidad. A veces el amor, o eso que tanto se le parece, triunfa.
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Si
siguiéramos un criterio más formal a la hora de comentar esta novela, tendríamos
que recalcar la audacia con que Goytisolo narra una historia tan corriente (por
el deseo inquebrantable de amarse de las personas) y compleja a la vez(por la
fragmentación temporal y espacial del relato). Lo que consigue es una narración
tan cercana a la oralidad del discurso que nos envuelve, y nos atrapa, con una
maraña de descripciones y metáforas capaz de hacer que cada frase se convierta y nos evoque en una reflexión profunda sobre la situación tanto histórica como actual del
mundo neoliberal, capitalista e imperialista.
No hace falta más que imaginarnos
a nosotros mismos sentados en una plaza céntrica de algún país humilde
alrededor de un cuentacuentos improvisado, (una especie de aedo del presente que
solo busca entretenernos a la vez que espera poder sacar un poco de dinero
quizás para comer, o tal vez para saciar alguno de sus vicios; porque, al fin y
al cabo, todos los tenemos), para dejarnos llevar por el encanto de esta especie de versión moderna del estilo puro de "Las mil y una noches" como comentan en la sinopsis.
Gran
novela, sin duda.
Bonita reseña, muy personal. Un beso :)
ResponderEliminarGracias, Ina, me alegra que te guste. Un beso!
ResponderEliminarMe ha entrado ganas de leerlo, me lo tienes que dejar man.
ResponderEliminarEn realidad este lo cogí de la biblioteca... aunque de Juan Goytisolo tengo un par más por ahí.
ResponderEliminarSu estilo no tiene desperdicio.
Joder, pues si parece apetecible!
ResponderEliminarvaya! te comenté en un blog viejo,de 2011, es bueno pasar por acá! enriquece,y esta muy bueno,lo que escribes
ResponderEliminarte mande un email,100poetas por el cambio...espero te sumes!
un abrazo,enorme!gracias!
lidia-la escriba
blog re actulizado mil veces
muy bueno!
ResponderEliminarquiero leer Makbara!
me gusta mucho la escritura de Juan Goytisolo espcialmente Makbara. yo obtuve el majestrado en la novela cuyo tema tratado es la presencia arabe en Makbara
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