15 de febrero de 2011

Más ideas baratas...

No hay dolor más grande que el que padece un espíritu engañado.

La traición la trae la propia falta de fuerza para luchar. 

Vendemos hasta el humo que expulsamos con tal de ganarnos una mentira más.

La mentira no pierde nada si le jugamos sucio, pero nosotros apenas sabemos reconocerla entre tantos disfraces. Corremos el peligro de engañarnos a nosotros mismos. 

Un viaje sin una escala triste no consigue darnos la armonía con el infinito que pretendemos.

Los sollozos tienen sobre mí el mismo efecto que las miradas que nunca me vigilan y con las que siempre sueño. 

La risa, en cambio, consigue despertarme.

La única meta sería vencer los miedos, si no hubiéramos sido hechos para otros fines. 

Pensar y experimentar con el entorno, o desde el entorno, o por el entorno, o para el entorno: he ahí una cura al aburrimiento.

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Los que escriben tanto sobre sexo, y sobre todo sobre sexo salvaje, visceral y enfermizo, ¿rehúyen de los sentimientos porque les aburren? ¿Ocultan traumas de la infancia que todos sospechamos, pero que ninguno reconocemos? ¿Son sinceros consigo mismos, o sólo viven en letras las fantasías que a la carne le cuesta tanto llevar a cabo? ¿A alguien le importa? Probablemente a nadie.

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A veces prefiero sentarme, con una lata de la cerveza más barata del supermercado, a escribir lo primero que me viene a la cabeza, o incluso algo que tenía ya pensado pero que acaba siendo totalmente distinto a lo que yo creía que escribiría (para bien o para mal... para mal). A veces lo prefiero antes que sentarme con una botella de rioja al lado y con libros de Paz o Pessoa al otro, mientras escribo poemas de esos que los expertos en poesía no los llamarían así, pero como he leído tanta basura en blogs, e incluso en poemarios publicados, creo que puedo permitirme el lujo de seguir haciéndolo, porque siempre habrá alguien que lo haga peor. 
El que no se consuela es porque no quiere.
Salud.

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