19 de marzo de 2011

Mi padre


Mi padre no era una persona perfecta; ni como padre, ni como hermano o amigo; nadie lo es. Era alcohólico y mis hermanos y yo apenas le veíamos. Durante muchos años no le veíamos más de una vez al mes y sólo estaba con notros el primer día de los fines de semana en los que venía, los siguientes se los pasaba con sus amigos en alguna cantina. A nosotros, de pequeños nos daba una enorme alegría que viniera, esperábamos ansiosos cada mes su llegada, nunca nos importó que apenas lo tuviera en cuenta, probablemente la que más lo sentía era mi madre, la que, por supuesto, lo esperaba con más ganas que nadie.

Más adelante ella cayó enferma de cisticercosis, lo cual la apartó, literalmente, de la vida en sociedad. No podía ver la luz del sol y se mantenía encerrada en su cuarto a oscuras; su carácter se endureció y acabó por no querer saber nada de nadie, aunque era necesario que su familia la visitara, para cuidarla y que nosotros de vez en cuando también nos pasáramos a verla. De alguna forma había que darle el cariño y los cuidados que mi padre no podía. Él siguió viniendo una vez al mes, siguió bebiendo, aunque no al mismo ritmo que antes; intentaba estar cerca de mi madre y eso le hacía bien, a ella.

Acabó curándose y poco después mi familia se mudó a otra casa y nada más hacerlo mi padre nos dijo que había perdido el trabajo. Esto lo llevó a caer en rotundo en su adicción al alcohol. Vivía con nosotros y estuvo más cercano, pero era raro verle sobrio. Poco a poco nos fuimos enterando de las aventuras que tenía con distintas mujeres y de que había tenido dos hijos con una de ellas. Mis hermanos y yo estábamos entrados, o a punto de  entrar, en la adolescencia; casi obligados, cada uno nos fuimos por nuestro lado, haciendo nuestra vida. El matrimonio de mis padres se vino abajo, como cabía esperar. Mi madre se fue del país a vivir con una tía a España, se llevó a mi hermana, y yo con mis dos hermanos me mudé a casa de mis abuelos. Mi padre acabó encontrando trabajo y se mudó también.

Hoy, después de varios años con apenas contacto con él, nos han dado la noticia de que ha muerto. Sufrió una pancreatitis crónica por su alcoholismo y por su pasividad para tratar los dolores que fue teniendo. Murió en un hospital cercano a donde estuvo viviendo después de que se mudara. Toda mi familia estaba ya en España y sólo pudieron ir al funeral y entierro mi madre y mis dos hermanos.

Era un hombre reservado y murió solo. Vivía en una habitación sucia e incómoda, pero no le importaba. No dejó de beber hasta que llegó al hospital. No llamó a nadie para que supieran dónde y cómo estaba, creo que se sentía desplazado y odiado por su familia. Algo que si era verdad, probablemente había sido por culpa suya.
Me pregunto cómo habría sido todo si se hubiese venido con nosotros a España, pero ya sólo me queda imaginarlo.

A veces me asusta lo mucho que me parezco a él.

3 comentarios:

  1. Estoy flipando. Desconocía esta faceta tuya, solo sabia que nunca me habías hablado de tu padre, que no surgió, que estuvo allí y punto.
    Gracias. Por desnudarte un poco más. Aunque tenga que ser en estas circusntancias, y lo que cuentes, no termine de ser agradable, pero gracias, de veras.

    ResponderEliminar
  2. Quizás seas una persona solitaria, pero creo que la diferencia es que tú tienes cosas que decirnos, cosas que decir al mundo, aunque a veces sea un poco mas "entonado" de lo que a una madre gustaría, nunca estarás solo, pues muchos escuchamos lo que tienes que decirnos.

    ResponderEliminar
  3. Allan, tú te COMUNICAS, y comunicarse es no estar solo. Un beso grande.

    ResponderEliminar