Estás ahí, mirando directamente hacia mí, y yo me siento viejo. Con un gesto dulce (y a la vez de terror) buscas un cigarro, lo enciendes, me miras, y yo me siento sucio.
He olvidado moverme, respiro sin sentir, no consigo saber o adivinar de dónde viene toda esta luz y a dónde se han ido las ganas de volver a soportar tus ojos, efigies marchitas de la vida que muere cada vez que te giras y me amenazas, prometiendo huir para no volver.
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La foto es de Sara, una amiga que está empezando su carrera de fotógrafa. Como siempre he admirado la fotografía y yo me considero demasiado torpe como para hacer algo interesante con una cámara, le pedí a ella una que fuera (más o menos) acorde a mi forma de escribir... me dio esta foto y yo escribí este poema.
Se puede visitar su blog aquí
¿de dónde vendrá toda esa luz que no se puede soportar en los ojos del otro? "el infierno son los otros" para Sartre ,tal vez son esos ojos que no vemos en la huida y la amenaza. Un beso. Muy buena la foto: desagües de cemento, por donde escapan las ganas marchitas...
ResponderEliminarLa unión texto-foto me parece perfecta.
ResponderEliminarEl texto, magnífico. Tienes una capacidad de descripción de lo profundo sin hundirte en ello estupenda.
Un abrazo
bonito texto.
ResponderEliminartu poesía es mayormente triste.. o me lo parece? jeje.
saludos!
A veces los ojos del otro nos traen la distorsionada (tal vez injusta) visión de nosotros mismos... tanto sufrimiento sin sentido acaba marchitando las ganas, aunque estas siempre vuelven, por suerte. besos claudia.
ResponderEliminarGracias elena... aunque tal vez me hunda más de lo que crees y de lo que debería. un abrazo.
Diana, tal vez. La poesía a fin de cuentas es un consuelo. Me alegra que te haya gustado. Saludos.