Tiene una marca detrás de la oreja,
entre la piel del lóbulo y la cabeza,
que dice acércate, aléjate, olvídame, revienta.
Tiene una forma de andar que te lleva
a pensar en la piedad,
pues su cuerpo sería el lecho perfecto
para olvidar, para crecer, para morir.
Morir de vida, morir a plazos, morir de veras.
Su piel contamina si llegas a rozarla.
No es veneno, ni es carne de venganza;
es el laberinto perfecto para perderse
y perder en ella la ambición y la cordura.
De su pelo y de su boca no diré más
que lo que dijeron mis dedos la última vez
que se atrevieron a cruzar la frontera
entre el deseo silencioso y la necesidad.
Mi necesidad de llanto, de furia, de aire y de castigo;
pues el amor que sobrevivió a lo eterno
es sólo el adoctrinamiento en que creyeron nuestras mentes,
mal-llamadas egos.
parece que se hacen balances de los modos en que se puede morir-vivir-amar.ya sea de adoctrinamiento, de veneno, o de ego. Un beso
ResponderEliminarMe gustó el título "Morir de veras" me sonó a chapinismo. Es un poema muy bien estructurado, con imágenes sensuales y delicadas que evocan al romanticismo y al deseo. El cierre, aunque no se aleja de la realidad, es rotundo.
ResponderEliminarUn gusto leerte, paisanito.
Abrazos.
"Morir de vida, morir a plazos, morir de veras."
ResponderEliminarNo creo que se pueda añadir nada más.
Un abrazo
Mi admiración por tu poesía. Es intensa y llena de TODO. Siempre con una profundidad que conmueve. No detengas nunca, por nada ni nadie, este largo y ancho camino de escritura que nos regalas. Enhorabuena, seguiré leyéndote con mucho gusto. Un beso grande.
ResponderEliminarHoy no tengo palabras para personalizar mi agradecimiento, pero agradecido estoy por los comentarios. ¡Abrazos!
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